Nadie se arrepiente de ser valiente
- Sindy Valenzuela
- 20 may 2021
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 15 ago 2021
¿Alguna vez llegó a tu vida una sacudida repentina que puso a prueba tu identidad y tu valor? Esos momentos en los que sentiste un vacío infinito en el estómago porque no podías asimilar lo que sucedía, en los que no sentías nada más que dolor. Sí, estoy segura que lo has vivido.
Todos tenemos una historia o unas cuantas que nos hicieron sentir destrozados y derrotados. Pero he aprendido que no todos enfrentamos esas situaciones de la misma forma, que no todos logramos vencerlas y que muchos quedan sumergidos en ese dolor, pierden por completo su luz y se apagan para siempre.
El proceso de sanación es lento e incómodo. Hay que aprender día a día a levantarse, a sonreír sin que sea fingido, a confiar sin temor, caminar sin tambalear, a seguir siendo “bueno” en un mundo caído.
Realmente no sé como lo hacemos, como podemos recogernos en pedazos y volvernos a armar. Creo que hay que ser valiente para no aferrarse a nada y dejar que Dios tome control, borre y acomode lo que no está bien.
Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hombre.
Lo que sí sé es que de alguna forma u otra todo pasa. Un día te sientes más liviano, sin dolor, más fuerte. Y cuando llega ese momento, ya puedes enfrentar tu pasado y verlo fijamente. Entiendes que pudiste evitar ese dolor tomando decisiones que nunca quisiste tomar; y otras veces te alegras y das gracias por el dolor porque entiendes que fue un gran maestro que te formó y añadió más de lo que te quitó.
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